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lunes, 19 de octubre de 2009

Ética para amador

Una obra de: Fernando Savater

Ensayo realizado por: Danny Daniel López Juvinao

El documento leído, es una clara invitación a vivir la vida con alegría, priorizando los aspectos éticos que nos permiten coexistir en consonancia con los demás seres humanos de este mundo; se expone la importancia de explorar cada día nuevas experiencias que favorezcan el crecimiento personal, a través de la interacción con las personas y evitando enclaustrarse en actividades que limitan el desarrollo del existir.

Evidentemente, la vida presenta muchos escenarios para desempeñarse, y en ese sentido, puede enfocarse la importancia que tiene vivirla bien, es decir, pasarlo bueno, sin afectar a los demás, sino mas bien, contribuyendo socialmente a dejarle a las próximas generaciones un planeta mejor; es por ello que, resulta clave en nuestra existencia tener una antipatía activa por la muerte, en términos de pensar y actuar coherente con doctrinas que fortalezcan la unión de los seres humanos, en la búsqueda de un bien común.

Es innegable que el accionar de la política, en los países latinoamericanos y del mundo en general, va en detrimento de muchos factores que deberían propender por el beneficio de la sociedad, quedando perpetuadas actitudes que supuestamente serían las generadoras de las soluciones que en cada lugar se necesitan, pero desafortunadamente se priorizan gestiones en lo financiero y no se producen cambios de raíz que puedan ayudar a quienes no participan directamente de ella, es decir a la mayoría de la población.

Debe respetarse la dignidad humana y a la política no le corresponde ser ajena a este principio, ya que a ningún humano se le puede maltratar solo con el objeto de alcanzar unos fines, cuales quieran que estos sean; en ese sentido, la ética juega un papel sobresaliente, en el aspecto de elegir lo que más nos conviene y vivir lo mejor posible, pero sin afectar al prójimo. Es muy substancial, que se utilice la ética con el objetivo de mejorar los comportamientos humanos y no para criticar las actuaciones de los demás de una forma destructiva.

En consonancia con lo anterior, la libertad aparece como una propiedad clave en el desarrollo de la ética, que debe ser usada para buscar el bien personal; hay que priorizar la libertad en aras de obtener la felicidad, saliendo de la rutina trivial que a ratos embarga, afrontando con mucha madurez y valentía los problemas de la vida, de una manera simple, consientes de que las complicaciones hacen parte del día a día, pero que no pueden enterrarnos. El placer debe explorarse, sus efectos deben llevarnos por las riendas de la satisfacción, sin perjudicar al ajeno.

Entonces, no existen razones para dejar de hacer lo que tanto gusto nos genera, siempre y cuando nos cause bienestar para una vida buena; pero como todo, no podemos extralimitarnos, en lo que a placer se refiere, debido a que ello podría resultar fatal. Es conveniente que hagamos lo bueno, sin distraernos de lo que nos de gusto hacer.

Qué bueno es, contribuir con nuestro proceder a suplir las necesidades de la comunidad que nos atañe, ello supone una virtud humana y social; todo, en un escenario justo, que nos permita ser empáticos, es decir, ponernos en el lugar del otro, para tomar en serio su pensamiento y las situaciones que lo llevan a actuar de una determinada forma. No se puede estar de espaldas a la realidad mundial, a las situaciones de nuestro contexto, sino mas bien, comenzar a comprender desde adentro todo lo que con rodea, para adoptar una posición constructiva, desde nuestra posición, reconociendo que somos semejantes.

Otro frente a reflexionar en este ejercicio, es la forma imprudente como algunas personas hacen alarde de sus conocimientos frente a temas que medianamente dominan, y peor aún, desconociendo su condición de ignorantes que podría llevarlos a una actitud más reflexiva y absorbente con respecto a lo que se requiere, académicamente hablando; la persona, satisfecha de sí misma, en esos semblantes, cae en una desgracia, debido a la antipatía que genera con sus semejantes, a los cuales no los reconoce como tales. Es una condición para nada optima, pero si muy humana, porque no se puede desconocer que muchos actúan así.

Es así como, la base de las acciones que llevamos a cabo, deben estar sujetas a una contraprestación personal, pero en términos de ponerse en el lugar del otro; se debe vivir humanamente, reconociendo que somos participes de una comunidad diversa, en cuanto a tendencias, doctrinas y pensamientos, ya que de esa forma se puede “usar” al prójimo para su propio beneficio, en el sentido de saber que los demás son útiles al tener la opción de ayudarnos en cualquier momento y viceversa. Se debe entender que si se roba, miente, viola, traiciona, mata o se abusa de otra persona, dicho proceder tiene una consecuencia, y aunque se trata de actitudes humanas, que bueno sería ponderar lo ético en una balanza, para conocer lo que realmente conviene.

El libro de Savater, enfatiza lo fundamental que tiene para la vida, tener una responsabilidad en los actos y sus efectos, manifestando que lo que se le causa a otros, también se causa a sí mismo; todo eso es muy cierto y puede evidenciarse en las personas de mayor edad, quienes en alguna oportunidad actuaron de modo irresponsable, por ejemplo, cometiendo excesos y la misma vida le saca factura de cobro. Se presentan entonces, elecciones y caminos, que a medida que va pasando el tiempo, transforman a la persona poco a poco; lo ideal es que tales cambios sean positivos y no producto de una inercia que lleve al individuo a continuar obrando inadvertidamente.

Con relación a la ética, parece inherente, de acuerdo a lo que describe el autor, la importancia de vivir la vida plenamente, sin miedos ni temores, pero si, con mucha racionalidad frente a lo que se hace; el fondo del asunto, radica en la sinceridad, espontaneidad e inteligencia para enfrentar las complicaciones invadeables, considerando que la complejidad es congénita a todo lo pasado, lo presente y lo que ha de venir. Es importante tenerlo claro.

Cada segundo que pasa no se repite, por ello, todo el tiempo que se tiene para compartir con los demás y explorar el mundo, es inexorable de belleza y debe ser aprovechado al máximo; la humanidad esta habida de buenas acciones y de que la interrelación entre las personas, sea honesta y transparente. Ciertamente existen muchos antivalores inmersos en lo que somos, pero debemos dar cada día todo de nosotros, sobretodo educando a nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos, instruyéndolos sobre el deber ser y aclarándoles que lo correcto no puede ser esquivo a darle buena vida a nuestros semejantes así como la suya propia.

La libertad, como eje fundamental de la ética, debe ejercerse con el ánimo de propender por el bienestar del hombre; en ese contexto, podría decirse que todo quehacer está muy bien justificado, sin omitir los reglamentos o leyes propios de cada nación, los cuales han sido diseñados por la sociedad misma y por ende, son el reflejo de lo que somos en cada parte del planeta. No se puede desconocer que una acción es buena sólo por ser una orden, una costumbre o un capricho; es necesario, comprender cada concepto, de raíz.

Según Savater “La vida es larga si es plena”, eso da pie para suponer, que lo que se hace es un acto individual que no debe ser reciproco a la moda que aplican los demás, ya que eso como tal, no amerita una conducta justificada; las preferencias de cada quien, deberían ser precisamente producto de lo que se piensa y así mismo debe ejecutarse lo que en la mente se concibe. La elección está en cada ser humano, ya que por precepto divino se le da la opción de definir lo que para su bien crea conveniente; lo importante es que la forma de vida que se elija sea sana y respete los principios éticos.

Finalmente, puede decirse que la ética, como ciencia que radica sus valores en la libertad, para responder a lo que ha cada ser humano le acontece, encierra sobre sí misma, lo preponderante de que cada ser humano sea consiente día a día, de los modos que acompañan sus actuaciones, de manera que no se extralimite frente a lo que le conviene o no, para vivir adecuadamente su tiempo en este mundo. Allí va la ética.

lunes, 21 de abril de 2008

Las dos personas más importantes del mundo

Por: Alejandro Rutto Martínez

La Vida en sociedad está llena de lo singular y lo plural. Por eso dudé un poco antes de escribir la palabra "singularidades" entendiendo ésta como el plural de "singularidad". Sin embargo, eso es la sociedad, una buena combinación de lo singular con lo plural hasta conformar una coexistencia armónica y sabia entre todos los habitantes de una ciudad, una región y todo el planeta.

Entre los seres humanos es preponderante lo plural, lo que es de todos y lo que apunta al bienestar de las mayorías. Por esta razón uno de los principios fundamentales de las normas de convivencia es la primacía del bien común sobre el interés particular. Pero no debemos perder de vista algo bien importante: la vida en comunidad nos plantea el compromiso de vivir junto a los otros y compartir con ellos parte de los espacios más significativos de nuestras vidas. De allí la necesidad de buscar un punto de encuentro entre los intereses de los individuos y los de las colectividades.

Ese punto de encuentro es, precisamente, el respeto. Nótese bien que hemos mencionado el respeto y no la tolerancia. El primero reconoce la existencia del otro y nos conmina a reconocerlo como persona importante. La segunda, es decir, la tolerancia, nos impone la necesidad de aceptarlo a pesar de que pueda causarnos disgusto en sus ideas, comportamientos, etc.

La tolerancia es, entonces, una obligación impuesta y todo lo impuesto genera cierta inconformidad. Hay quienes consideran "que el mundo es de ellos y los demás viven de alquilado". Un error imperdonable para quien aspire a vivir entre los seres humanos. Nadie nos pidió nuestro consentimiento para que naciéramos en una ciudad o en otra, en este país o en aquel. Fue la madre naturaleza o el azar o la coincidencia (recuérdese, coincidencia es, según Anatole France, el seudónimo que utiliza Dios cuando no quiere firmar sus obras) la que nos situó en determinado lugar y en cierto espacio de tiempo.

Lo más natural entonces es aceptarnos todos: los más cercanos y los más lejanos; los más parecidos y los más distintos; los más emparentados y los menos relacionados.

En resumidas cuentas deberemos volver al origen para reconocer en el otro a la persona que nos complementa y nos ayuda a encontrar nuestra propia identidad, porque, ¿cómo voy a saber si me parezco a mí mismo si no es porque no me parezco a los demás? Jesús ordenó el amor al prójimo. Y los libros sagrados de todas las doctrinas religiosas, de una manera u otra, ofrecen la misma enseñanza.

Pero, ¿quién es mi prójimo? Es la pregunta que ha estado latente por mucho tiempo y a la que Jesús respondió contando la parábola del buen samaritano. Le recomendamos leerla, pero mientras lo hace le sugerimos escribir en letras mayúsculas la palabra PRÓJIMO. Luego cambie la "J" por una "X" y así sabrá que el más próximo, ese es un prójimo. No me cabe ninguna duda sobre los personajes más importantes del mundo: nosotros y los otros.

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