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martes, 13 de junio de 2017

Entrevista con Celso Román

Disfrute esta gran entrevista del joven reportero Ernesto Rutto Ortega con el consagrado escritor colombiano de literatura infantil Celso Román

viernes, 22 de julio de 2016

Yo no Creo, ni en el Pelao


Escrito por: Abel Medina Sierra

Como que se avecinan nuevas elecciones para el cargo de gobernador de La Guajira. 


Lo que para la mayoría de guajiros es una noticia desalentadora y  colmada de pesimismo, para algunos es una señal optimista que los redimirá, además de ser una oportunidad insoslayable. 

Mientras para muchos toda elección atípica representa tiempo, esfuerzo y dinero perdido además de interinidad, parálisis de los procesos administrativos y prolongación de las necesidades; para otros es buen viento el que sopla a su favor y le infla la camisa.

Por  primera vez parece que el grueso de los guajiros está  arropado bajo el consenso que no podemos seguir votando alegremente y por los de siempre. En la calle se palpa la necesidad de madurar políticamente y hacer del voto consciente y de opinión una herramienta para ejercer ciudadanía más comprometida con el departamento. El rechazo hacia los grupos y sectores hegemónicos es palpable y solo se habla del alto  perfil del gobernador que, en esta coyuntura,  necesitamos. 

Pero, no bien se había conocido la anulación de la elección de Oneida Pinto, cuando ya varios patos de habían lanzado a la aventura del agua pre- electoral.  Candidaturas oportunistas, proyectos salidos de la veleidad personal, propuestas traídas de los cabellos, ya comienzan a circular con publicidad de expectativa.

La gran mayoría de estas pre-candidaturas parecen no estar haciendo una buena lectura del momento que vive La Guajira, del sentir colectivo de pesimismo, de castigo político pero también de criticidad y decisión que viven los votantes que tienen la certeza que el ente territorial ha llegado a la orilla del abismo.

Todo ciudadano que cumpla con los requisitos, tiene todo el derecho de aspirar a un cargo de elección popular. De eso no hay duda. Pero no es menos cierto, que quien presuma de ser político, debe reconocer en qué momento cuenta con el respaldo, la estructura de partido, las alianzas, los recursos, una propuesta coherente y pertinente y   la favorabilidad para postular su nombre a  ese cargo. 

Puede que miles  tengan el derecho a postularse al primer cargo del departamento, pero no todos tienen  la legitimidad que es más importante. Hay un momento en que un líder es señalado por la voluntad popular para que rija sus destinos, eso viene del consenso y no de una decisión de patio entre tres parientes o amigos.

Quien lanza su nombre como candidato a una elección, lo está sometiendo al escrutinio público, así que como los candidatos tienen el derecho de aspirar, yo como votante tengo el de dar a conocer mi escrutinio previo.  Inicialmente, me voy a referir a dos pre-candidaturas en particular.

La de mayor ofensiva mediática en Riohacha  es la que usa un eslogan ya muy cacareado en los medios nacionales “Yo creo”. De partida se aprecia la falta de originalidad. Me han dicho que es la campaña que trata de vendernos el nombre de Heriberto “Beto”  Ibarra. 
    
Cuando me han preguntado en municipios como Maicao, El Molino o Villanueva quienes “suenan” para candidatizarse y he mencionado su nombre, todos me han preguntado “y ese quién es”. Eso nos da a entender que es un político de poca proyección, que solo es conocido en Riohacha y algunos pueblos del sur del Distrito. Su trayectoria política es de pocas dimensiones, su potencial se restringe a la ventaja de tener una larga familia y el respaldo de sus paisanos. Nunca ha ejercido un liderazgo de nivel departamental y en los altos niveles del poder estatal es un total desconocido.
Ibarra parecer no estar leyendo que La Guajira necesita un gobernador del más alto perfil y no un político de barrio o corregimiento. 

Que ante el inminente e inaplazable acogimiento a la ley 550 del Departamento y la insolvencia de su hacienda, lo que necesitamos es un gobernador con alta capacidad de gestión, cabildeo y estrechas relaciones con los círculos del poder gubernamental en el país. Los recursos hay que buscarlos afuera y no llorar sobre la miel derramada de las regalías.

Se requiere un perfil técnico y gerencial, la preparación suficiente y ante todo, propuestas creativas y audaces para sacar el ente de la crisis ¿Las tiene Ibarra? No creo. No siempre “estar untado de pueblo” es garantía de buen gobierno. Así que el electorado no se puede equivocar otra vez con estas propagandas engañosas de ventajas aparentes.

Por otro lado, ya se ven anuncios del regreso del “Pelao”,  Jorge Pérez Smith, uno más de los delfines del poder en La Guajira.  Esta nueva “figura” de la política viene por la herencia que dejó su padre;  al menos eso es lo que creen los delfines, que el poder les pertenece como un legado parental. Lo primero que debe lograr Pérez Smith es el respaldo de su padre, el  que nunca ha tenido totalmente.

Su candidatura no aparece en el mejor momento para él. Venimos de un gobernador delfín que resultó el fiasco más grande: Chemita Ballesteros. La gente tiene el consenso que se necesita un líder fogueado y experimentado y no alguien de dudoso  liderazgo y que  a duras penas tuvo como consolación un cargo diplomático.

Pero este candidato, por demás poco preparado, de precario discurso y menos propuestas, debe tener en cuenta que representa una familia a la que los guajiros hoy atribuyen que seamos un departamento fallido, que su bandera está desteñida y desacreditada, que el desdoro y el repudio de los electores también se hereda.  

Ibarra y Pérez, hay que trabajar más por La Guajira para pretender gobernarla. Así que no creo que ustedes sean el gobernador que este departamento necesita. Amanecerá y veremos.


martes, 26 de mayo de 2015

La impunidad según Álvaro Uribe

Escrito por:  Abel Medina Sierra 

La agenda política de Álvaro Uribe es inequívoca y todas sus posturas, declaraciones y acciones apuntan a la certeza que la única opción del volver a manejar los hilos absolutistas del poder es que fracase el proceso de paz y que la mayoría de colombianos acuda, de nuevo, a la radical y dolorosa opción de la guerra fratricida para derrotar a la insurgencia armada. 

En esa obsesión por el poder, trata por todos los medios, de crear ante la esfera pública, una imagen del “Gran Justiciero”, el paladín del rigor punitivo, el gran abanderado de la severidad inexorable del Estado, el único gobernante capaz de someter a la cárcel a quien trasgrede el orden jurídico. Uribe y todos los turiferarios, Procurador incluido, buscan con afán ganar popularidad configurando un imaginario de “Tolerancia Cero” ante los delitos cometidos por las Farc. 

Lo peor es que muchos les creen el cuento y no son capaces de mirar, tras esa imagen, la impostura. Uribe se muestra inflexible frente a un proceso de paz que no termine con cárcel para los guerrilleros, que la merecen pero que no están sentados ahí porque han sido derrotados en la guerra sino porque entendieron que ni ellos ni el Estado, en más de 60 años, han dado muestras de estar ganando la guerra. Pide cárcel para los guerrilleros, para los defensores de derechos humanos afectos al proceso de paz, para políticos que como Piedad Córdoba e Iván Cepeda median con la insurgencia. 

Que alguien se obsesione con el cabal y estricto sometimiento a la justicia no es malo, es plausible. Pero que lo haga Uribe no es sino una incoherencia de quien, lejos de ser un ejemplo de aplicación de la ley, es un paradigma de la impunidad. 

 El mismo Álvaro Uribe Vélez que pide que de la Habana salgan con las esposas en las manos los jefes de las Farc es el mismo que hizo una excarcelación masiva y unilateral de 150 guerrilleros durante su gobierno. El mismo Uribe que hoy se arroga el derecho de defender la justicia punitiva es el mismo que dejó en libertad miles de combatientes de la organización paramilitar que masacró a miles de colombianos y con cuales se nutrieron cuanta banda criminal existe: Urabeños, Usuga, Rastrojos, Gaitanistas, Paisas, entre otras. 

El estandarte de la justicia es el mismo que justificó a Andrés Felipe Arias ante el escándalo de Agro Ingreso Seguro y llegó a decir que lo que hizo Arias estaba bien pues había que subsidiar a los ricos terratenientes para que los pobres tuvieren chamba. Recordemos que igualmente defendió a de Jorge Noguera, condenado a 25 años por haber convertido al DAS en un organismo al servicio del paramilitarismo. 

Es el mismo ex gobernante que gestionó ante su amigo el ex presidente de Panamá, Ricardo Martinelli, que le concediera asilo a María del Pilar Hurtado, la que hizo del DAS la policía personal del Uribe y una institución de delincuencia. Como “Injusta pena” calificó Uribe la condena de “La Coneja” al enterarse del fallo condenatorio de la Corte Suprema, olvidándose de su defensa de cárcel para los delincuentes, lo que pasa es que esos son “sus” delincuentes. 

El gran justiciero es el mismo que sin el mínimo respeto a la rama judicial y a la independencia de poderes, falla y absuelve a todo el que hizo parte de su nefasto gobierno. Sabas Pretel y Diego Palacios, dos de sus más cercanos funcionarios, pese a haberse demostrado que “compraron” con cargos burocráticos la aprobación de la re-elección para su jefe ante los congresistas, han sido absueltos por Uribe aunque condenados por la Corte Suprema. 

Lo mismo ocurre con los miembros de la campaña de Oscar Iván Zuluaga y aún el mismo ex candidato, enlodados hasta los tuétanos en el sonado caso del hacker Sepúlveda con video incluido pero que para quienes Uribe no pide cárcel por saboteo al proceso de paz y a la campaña de Santos sino impunidad por ser “mansas palomas”. “Persecución política” es la excusa de Uribe para defender lo indefendible. 

Tampoco se acuerda de cuestionar la impunidad en el caso de su primo Mario Uribe y su hermano Santiago, los dos acusados e investigados por conformación de grupos paramilitares. Que el mismo Uribe no esté tras las rejas con su cadena de “torcidos” es una afrenta a la justicia y un premio a la impunidad gracias a la llamada “Comisión de absoluciones de la Cámara de Representantes”. 

 Pero la joya de la corona es la más reciente agenda iniciativa de promover una ley para que los militares, cometan el delito que cometen, solo puedan pagar hasta cinco años de cárcel. Mejor dicho, con licencia para seguir con los falsos positivos. ¿No es esa una ley de impunidad? Por lo menos yo no le creo a Uribe su bandera de aparente guardián de la justicia. ¿Usted si le cree?  
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miércoles, 9 de marzo de 2011

Perfil de un escritor: Alejandro Rutto Martínez

Escrito por Abel Medina Sierra para el compendio "Los Nuestros"


La savia italiana de su padre y el ánfora riohachera de su madre decidieron que fuera Maicao su fontana. Allí, Alejandro no solo nació sino que echó raíces para siempre, pues es de los pocos intelectuales maicaeros que no ha seguido los coqueteos del exilio. Es una de las figuras académicas y artísticas más prestantes de su pueblo y su calidad humana es un imán de simpatía entre sus coterráneos que lo valoran como uno de sus más probos ciudadanos.

Docente, formador, prestigioso conferencista, locutor profesional, periodista y escritor nacido el 6 de marzo de 1964. Si algo define la diversidad de sus ámbitos productivos sería la palabra. Palabra redentora, sacra y plena de espiritualidad desde su profunda y fervorosa religiosidad. La palabra forjadora desde su quehacer docente y su comprometido magisterio del ejemplo. La palabra en función referencial desde su oficio de lucido y autorizado periodista, locutor y presentador.

La palabra fecunda desde el numen de su pluma, tan prolija como inspirada. La misma pluma que campea por los terrenos de los géneros periodísticos como el cuento, también de los textos de reflexión y autoformación, los ensayos y artículos que saben atrapar por la cálida dimensión de su espontaneidad. Sus libros Si mañana fuera hoy, Breve mirada a la inmensidad, Instantes de eternidad, Aunque tiemble la tierra y se desplomen los cielos, Jesús: Mi héroe y amigo y los incontables artículos divulgados en su ventana del blog maicaoaldia lo encumbran como el autor maicaero más leído en el mundo.

Alejo el locutor de Radio 560 de Maicao, RCN, Yoruma Stereo, Olímpica Stereo, Radio Delfín y Almirante de Riohacha y presentador de un magazín en el canal local MAO Tv; Alejo el académico de los mejor formados en la región, Administrador de Empresas, especialista en Administración de programas, en desarrollo Social de la universidad de Cartagena, especialista en Desarrollo Humano de la universidad del Bosque, especialista en Docencia Universitaria de la Santo Tomás, Experto en Andragogía y Formación Autónoma de la Universidad del Valle. Alejo el instructor del SENA regional Guajira, el docente en universidades como de La Guajira, Antonio Nariño, CECAR, del Magdalena, San Buenaventura, Simón Bolívar (postgrado) son perfiles que definen al intelectual.

Este compendio también revela su otra dimensión, Alejo el creador. El finalista del concurso Centro Poético versión 2002 en Madrid (España) con su relato ¿Me pregunta usted?, el finalista del Festival de arte universitario de CECAR en Sincelejo con el cuento dialogado Entrevista a un problema el mismo capaz de emocionarnos desde la nostalgia que despiertan crónicas con visos de perfil, como las aquí recogidas, que son vistazos a la memoria de la ciudad y nudos para integrar nuestra dispersa identidad.

jueves, 17 de junio de 2010

Los hipocorísticos y apodos de La Guajira: ¿Cómo te dicen a tí?

Por: Abel Medina Sierra

Los apodos e hipocorísticos son tan relevantes como géneros orales en La Guajira que han sido elevados a la categoría de patrimonio cultural. Así se desprende del levantamiento del Inventario de Bienes y Manifestaciones de Interés Cultural que durante tres años se desarrolló desde la Dirección Departamental de Cultura y que éste servidor tuvo el privilegio de coordinar.

Como resultado del inventario ya se editó la primera parte de la serie “Patrimonio Guajiro: Patrimonio vivo” en la que aparecen los hipocorísticos y apodos como un portentoso filón de creatividad léxica muy arraigada en el departamento, pero con especial énfasis en Riohacha, Dibulla y su zona de influencia.

Es posible que la práctica común de apelar a distintas formas de nombrar a las personas tenga un sustrato en la tradición de algunas regiones hispánicas. La afición al fútbol nos enseña que también los brasileños son propensos al uso de apodos.

En Riohacha se dice que la costumbre de endilgar apodos e hipocorísticos puede tener origen rural y parroquial pues se enfatizó con las migraciones de campesinos (llamados en la capital como mítios) de los pueblos cercanos hacia el casco urbano de Riohacha (Monguí, Cotoprix, La Punta, Machobayo, Camarones).

Causa tanta curiosidad la cantidad y la peculiaridad de los apodos en Riohacha que una de las canciones más escuchadas por los melómanos en estos días, es una versión acústica compuesta por el extinto William Pontón en la que compendia, de manera lúdica y creativa, los más curiosos apodos de los últimos años en esa ciudad. Pontón a su vez lo toma de un poema del célebre Luis Alejandro López (autor del himno del departamento).

También Oswaldo Robles Cataño, Pablo Emilio Fonseca “Saso” y el ex alcalde Luis Gómez Pimienta también han publicado libros en los que compilan listados de apodos muy originales lo que da cuenta que ya existe una documentación bibliográfica y una lectura etnográfica al respecto. El ilustre abogado Luis Eduardo Acosta Medina hizo lo propio con su pueblo Monguí, donde como la mayoría de pueblos cercanos, no existe persona alguna que no se le haya endilgado un apodo y si no tiene apodo es porque ya cuenta con un hipocorístico.

Pero es prudente establecer distinción entre estas dos categorías nominales. Los hipocorísticos son formas de tratamiento o apelativos usados para denominar personas en el cual se usan diminutivos, deformaciones o giros afectivos y coloquiales del nombre. En La Guajira son comunes algunos como: Fefa (Josefa), Icha o Chave (Isabel), Lencha, Lola, Encha, Chencha (Lorenza) Maye, Mari, Mayo (María), Che, Jóse (José), Yuyo (Julio), Caíto, Cayo (Carlos), Lalo, Yayo (Eduardo), Monche, Mon (Ramón), Beto (Alberto), Chú (Jesús), Moi (Moisés), Fello (Alfredo), Fracho, Efra (Efraín), Chente (Vicente), Quille (Euclides), Guille (Guillermo), Checho (Sergio), Meme (Remedios), Pangue (Orangel), Yeyo (Aurelio). Kike (Enrique), Mane, Mañe (Manuel), Chalía (Rosalía).

Los hipocorísticos están determinados por razones mucho más afectivas pero a veces también intervienen factores regionales y culturales. Por ejemplo, a quien tiene por nombre Francisco, aquí en La Guajira se le diría “Chico”, “Kiko” o “Pancho”. Pero en la zona central y andina del país se le diría “Pacho” y en el Pacífico y occidente “Zico”.

De igual manera, a los José María en el Caribe colombiano los llamamos “Chema” mientras en otras zonas del país se les denomina “Chepe María”.

Por su parte, los apodos son denominaciones o apelaciones que surgen de un defecto o apariencia física, una circunstancia anecdótica, un oficio. Es un acto de creación y recreación lingüística motivado y expresivo mediante el cual el sujeto apodador da un nuevo nombre a su semejante según las características que se evocan en su mente. Uno puede recordar a una persona como hambriento, mezquino, parrandero, feo, locuaz, manco, bizco y esto incide en la manera como crea el apodo. Como se aprecia, en el apodo desencadenamos una fuerza emocional que puede tener cariño, odio, enemistad, burla, confianza, recelo.

El apodo es distinto al sobrenombre. Ejemplos de sobrenombre son Juan El Manco, El Mono Carlos (en este caso Manco y Mono son los sobrenombres). Por su parte los remoquetes, motes o alias son denominaciones que emergen del argot en los bajos mundos y tienen un fin de ocultamiento (un narco o un guerrillero se inventa un alias para evadir o despistar a las autoridades).

Existen muchos mecanismos morfológicos para crear o recrear los apodos. Algunos se crean por derivación: diminutivos (“Cebollin”), aumentativo (“Patón”), despectivos (“Pajarraco”). Otros se crean por composición (“Caremapa”) o por trasplantación (“Superratón”). También se crean apodos apelando a recursos semánticos como el símil (“Pata´e cuchara de meneá mondongo”).

Para tener más claros referentes de la manera de construir apodos en La Guajira, presentamos inicialmente una lista de los más famosos en Riohacha, seleccionados de los compendios ya divulgados:

Agua sin sal- Ambupa- Anchícale- Avena Quaker - Babey la piona -Barba piá- Bemba alegre- Benjamín Flojera- Berraco- Beto Nojoda- Beto pelúa- - Bola e moco- Boli vaciao- Bollo limpio- Bololó- Boca e cuero- Buchipluma- Bullaranga- Bululú- Burra vieja- Buscalavida- Cachimonda- Cagabus- Cagá e perro- Cagapatio- Cagaíta- Cabecita e gato- Cabeza e tubo- Caimán Mono- Calienta pan- Carne asá- Carroloco- Cara e candao- Carecuajo- Corredera- Che birria- Che diarrea- Che burra- Che mondongo- Che tortuga- Chema bocadillo- Chema metralla- Chente bala- Cheche Puja - Chichigua- Chinchurria- Chivirico- Cotopla- Cotorra- Concha vieja- Congolocho- Culebra- Culepito- Culo e bronco- Culo e coco- Culo e pantalla- Culoalegre - Doble feo- Efraín cagá- Humberto Cagaíta- Icha la pelito de Nylon - Jaime escopeta- Jando panela- La arrancatronco- La Cicolac- La ombligona- La rucha- La siete modos- Mala Hora- María la Chinchirinchi - Mata abuela- Mira pal cielo- Meme pollo- Patica e nene- Palo floriao- Papel higiénico - Pea pa entro - Pea pantalla- Pea yuca- Picho lombriz- Purrunga- Rafa cajilla- Rafa pan- Sal de frutas- Salivita- Siete y medio- Tapa tierra.

En lo que respecta a Maicao, en febrero del 2008 en el blog Maicaoaldía, el ilustre docente y escritor, Ramiro Choles Andrade, nos ofreció un primer florilegio de apodos clasificándolos en dos generaciones: los de épocas de poblamiento de Maicao y los más recientes. La insinuación del profesor Choles me anima a compilar un nuevo corpus apodístico de esta acrisolada ciudad.

A continuación ofrezco una lista de los apodos que durante mis años de residencia en Maicao he escuchado y otros que muchos amigos me han aportado. Muchos de estas personas apodadas hacen parte del álbum de ausencias lamentables, en cuyos casos presentamos disculpas a sus dolientes, pues sólo nos anima el interés etnográfico y de divulgación. Otros, ya no residen en Maicao; unos más conocidos y emblemáticos que otros pero en general, son apelativos que dan cuenta de la manera como los maicearos recrean la lengua cada día:

Azulín, Babilla, Basura, Bemba, Bichito, Bolita e chicle, Bombona, Burro Mocho, Burrito con sueño, Capulina, Carecaballo, Carevieja, Carecoño, Carreta, Copete é cuero, Cocolito, Candao, Cachucha bacana, Cero Uno, Cajeta e fósforo, Carecaballo, Caregato, Carequeque, Carepollo (Churupita), Cagahamaca, Casisanto, Chéchere, Chicuelo, Chicharra, Chichi Pote, Chichi Raja, Chichón, Chila la loca, Chuchita, Chivo asao, Chuchu la perra, Chundo Patecuchara, Chuto, Elefante con pantalón, El Curvo, El Fiera, El Iguano, El Mello culón, El Mulo, El Puerco, El Putas, El Quemao, Guaca, Huele huele, Huelepeo, Huevo, Jhonny pescuezo de gallo, Jorge el aguao, Juan burule, Juancho burra, Juancho fun fun, Juancho mugre, Juancho yuca, Julio boquita, Julio culo, Julio Patacón, La Alcaldesa, La Bujo, La Coleta, La Conéctate, La Cucaracha, La Escoba, La Gatorade, La Pitoca, La Yilet, Lucho burra, Lucho cotorra, Lucho gallina, Lucho lávate la cara, Malanga mona, Maletica, Mapache, Miro chancleta, Mamorra, Mantequilla roba pollo, Margoth la burra, María tres pelos, Mico mojao, Mochila, Mondacú, Mandinga, Mono cagaleche, Mono sucio, Muela e gallo, Muelas, Nariz de hilo, Ñañorra, Ñapa, Ñopo, Pachanga, Papa Dios, Pasito tum tum, Parapeto, Patecama, Pecho, Pepe cachete, Petaca, Pichírri, Pijagua, Pitágoras, Puerquito arrecho, Púyalo, Quijá é mulo, Rata, Ratica, San Tropel, Sobrebarriga, Tablita, Tascuero, Totem, Turco chimbiao, Veneno, Vende burro, Viejucho.

A los anteriores se suman apodos colectivos que se refieren a toda una familia o grupo numeroso de hermanos: Los aguaitos, Los aguaceros, Los Bembones, Los Cachetones, Los Caramelitos repetíos, Los Carazúa, Los Comeyuca, Los Doblefeos, Los Mascachicle.

Este modesto inventario está abierto a nuevas incorporaciones, son una manera de entender mecanismos de identidad lingüística y formas coloquiales y no formales de tratamiento y por ello hacen parte de nuestro patrimonio inmaterial oral. Definitivamente los hipocorísticos y apodos, algunos tolerados, otros sobreviven a pesar de la resistencia de los apodados, son una manera de desencadenar emociones e imaginarios muy ligados a nuestra cultura. A propósito ¿Cómo te dicen a ti?

17, 06, 2010

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