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lunes, 30 de diciembre de 2013

Si Cristo hubiera nacido en Riohacha



El nacimiento de Cristo

Por: César Castro Hernández
          
Siempre me ha asaltado la inquietud y la curiosidad de saber qué habría pasado si Dios en vez de enviar a su hijo Jesucristo a nacer en Belén, hubiera ordenado que el nacimiento de El Salvador se diera en Riohacha, un punto a orillas del Mar Caribe, con una temperatura media de 34 grados centígrados y poblado con gente mayoritariamente riohachera; pero, también por gentes llegadas de Santa Marta, Barranquilla, Cartagena, Montería y de las islas del caribe, particularmente de Aruba y Curazao.

Ya desde antes de nacer, Cristo, se vería enredado en un cipote escándalo. Las viejas del barrio Arriba y del Barrio Abajo que madrugan escoba en mano, dizque para barrer las puertas y no para enterarse de las últimas noticias, se hubieran dado gusto. 

"Ambúa. Imagínate, que Maye, sí, la pelaíta esa que no quiere ni pisá el suelo, está preñá del viejo Chema. Aunque yo hablé con Chema y él dice que no tiene nada que ver con el asunto y que ese pelao no es de él".

En fin, que el viejo Chema terminaría aceptando la barriga de Maye, comprometiéndose con ella y diciendo que padre es el que cría. Así pasaría. Pero, Chema no perdonaría las habladurías de los vecinos ni de sus amigos más cercanos por lo que habría decidido no poner a ninguno de compadre y que el pelao se bautizaría ya grande. Sin embargo, aunque sin bautizar, toda Riohacha se enteraría de que Maye llamaba a su hijo como Jesús y terminó llamándolo Chucho. 

Chucho se aficionaría desde temprano a las labores de pesca y crecería con la espalda al sol ayudando a los pescadores, unas veces debajo el puente del ríito y otras ayudando a echar las lanchas al mar en El Guapo

Me imagino el escenario de Jesús nacido en el barrio Arriba de la capital guajira y desde entonces se le conocería como Chucho, el hijo de Chema, el de Maye, carpintero constructor de lanchas de madera para la pesca. Y su mamá sería Maye, la prima-hermana de Chave, la vendedora de tortuga frita.

Maye y Chave se visitarían mucho y se mandarían platos de comida una a la otra porque ambas estarían preñadas y se darían ánimo y consuelo en medio de los latigazos de la lengua de los habitantes del barrio. Chave, preñá y con un marido como Zacarías, ya bastante anciano  y Maye, preñá y sin marío. Ambúa.

La Biblia no informa de la ubicación ni qué hizo Cristo en el tiempo comprendido entre sus 15 y sus 30 años. Pero, si ellos no lo supieron aquí en Riohacha si se hubiera sabido rapidito. Las bolas llegarían rapidito y más rápido que un correo electrónico.

A Chucho lo vieron bien. Viviendo bien. Casado con una vieja de plata en un pueblo de Brasil y ni se acuerda de su mamá.

Otros vieron a Chucho, preso en una cárcel de los Estados Unidos, condenado a 20 años por tráfico de drogas y ni se le conoce porque está gordo y tiene una cortada en la cara. Él mandó una plata a su mamá para cuando salga, poner un negocio aquí en Riohacha.

Chucho murió en un tsunami en Venezuela y lo enterraron sin que nadie supiera quien era él.

Pero, el escándalo mayor sería cuando Chucho apareciera en esa Riohacha de principios de siglo con sus calles arenosas, sin energía eléctrica, sin alcantarillado, sin acueducto. Pero, con un gran movimiento comercial con las islas del caribe y el parque Padilla convertido en uno de los grandes puntos de encuentro de la ciudad para dialogar, para sentarse a descansar, para comentar la realidad local y nacional. Ya desde entonces, se le conocería como El Congresito.

Y en todo el frente del parque Padilla, estaría allí, majestuosa, la Catedral de Nuestra Señora de los Remedios de Riohacha. El sitio de adoración de la Vieja Mello

Y allí, en esa pequeña plazoleta entre la Catedral y el parque, aparecería Jesús, después de 15 años de ausencia, diciendo que era el Hijo de Dios y que lo escucharan.

De salida, especialmente los habitantes del barrio Arriba lo reconocerían y dirían, bueno y ¿Ése no es el hijo de Chema con Maye la del barrio Arriba? Tá loco. Llamen a Chema pa`que se lleve a su loco para la casa.

Jesús insistiría en hablarle a la gente. Pero, comenzarían a tirarle papeles, zapatos viejos, pepas de mango, cáscaras de piña y de mamón.

Un abogado riohachero, tomaría la vocería y diría: Déjenlo hablar que él es riohachero y tiene todo el derecho del mundo. Pero, la bulla aumentaría el volumen.

Una señora recién salida de misa diría que a ese poco de locos que han llegado a Riohacha hay que recogerlos, montarlos en un camión y llevarlos para su pueblo. No les prestaría atención a unos muchachos que le dicen que Chucho es riohachero.

Un muchacho moreno, embolador del parque diría que dejen al man que hable, eche, si el man tuviera billete, entonces, sí, pero, como el man está llevao, por eso no lo quieren dejá hablá.

El párroco de la Catedral saldría convencido de la locura de Jesús y lo tomaría suavemente del brazo, lo sacaría de en medio de la multitud y le diría que se fuera para su casa que yo conozco a tus padres y a tus hermanos y no quiero que te pase nada malo.

Un hombre moreno abrió la puerta de su moderno vehículo y gritó yo no como de locos, como me lo encuentre por ahí, de noche y solo, le reviento la cabeza a plomo.

Los periódicos nacionales no le pararían ni cinco de bolas a un loco nuevo que apareció en Riohacha diciendo que es el Hijo de Dios y los medios de comunicación locales se comprometerían en una campaña para ayudar económicamente a la familia de Chucho para que éste pueda ser llevado a una clínica de recuperación en Bucaramanga.
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domingo, 30 de marzo de 2008

Literatura infantil: un bello cuento de César Castro

La batalla de los colores





Escrito por:  César Castro Hernández

En el país de los colores nadie sabe como empezó la cosa. Las relaciones entre los colores se fueron deteriorando y poniendo tensas al punto que el Arco Iris empacó todas sus pertenencias en sus maletas transparentes y gritó desde el cielo:

-----Si vuelven a pelearse desaparezco, me llevo mis autopistas de sol y ya no tendrán más en donde patinar con sus pequeños colorcitos y terminarán muriendo de tristeza. Al principio todos temieron y en verdad hicieron esfuerzos por llevar una vida normal y sin problemas entre vecinos; pero, al poco tiempo olvidaron todo y volvieron los chismes y los enfrentamientos. 

Los periódicos registraban las noticias y todo indica que el centro y origen de los problemas es el color amarillo, a quien de hecho los demás acusaban de presumido y creerse el más bello de todos los colores. Sin embargo, estaban de acuerdo en que la sonrisa del amarillo alegraba los campos y las calles por igual, era generoso, no se negaba a nadie y sin ningún esfuerzo le hacía favores a todo el mundo. Reía y Servía. Servía y Reía. Así transcurría la saludable vida del Amarillo.

Más, así como el Amarillo despertaba simpatías, también despertaba rencores. -----Rencores gratuitos. Decía él. Cuando Amarillo salía temprano los domingos, era todo un espectáculo de belleza. Sin embargo, el Verde, se ponía verde de la envidia. El Azul se ponía eléctrico. El Rojo sangraba por dentro. El Gris miraba para otro lado. El Morado cerraba los ojos, apretaba los dientes y levantaba los puños en señal de amenaza. El marrón rumiaba su rabia y entre todos formaban un coro triste y calumniador.

El Amarillo, ajeno a todos, seguía su camino con los brazos abiertos, mirando al cielo y bebiendo sol a grandes sorbos.

Diferente era el sentir del otro grupo de colores. El Negro, cuando veía a Amarillo no ocultaba su alegría y corría a su encuentro. Y seguían al Negro en un coro de sana alegría, el Anaranjado, El Rosado, El Fucsia y toda una enorme y larga galería de colores suaves. Se formaron así dos bandos entre admiradores y enemigos del Amarillo.
 
Los intentos de diálogo y conciliación por parte del Arco iris fracasaron y todo presagiaba lo peor, hasta que se dio la terrible batalla.

Todos los colores se trenzaron en una batalla formidable que culminó cuando una brisa enorme, como impulsada por la mano de Dios, los envolvió a todos.

Todos los colores desaparecieron y en lo que fuera un país vivo y lleno de colores sólo quedó un horizonte blanco y sin fin.

Mayo / 1998.

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