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miércoles, 1 de marzo de 2023

Osvaldo Bettín, el deporte hecho vida

 

viernes, 11 de febrero de 2011

Biografía de David Sánchez Juliao


Tomado de Wikipedia

David Sánchez Juliao (Lorica, Córdoba, 24 de noviembre de 1945 – Bogotá D.C., 9 de febrero de 2011). Fue un escritor, periodista, cuentista y diplomático colombiano. Sánchez Juliao fue embajador de Colombia en la India durante el gobierno de César Gaviria y en Egipto durante el gobierno de Ernesto Samper. Entre sus obras más importantes están: El pachanga, El flecha, El flecha II el retorno (2006), Abraham al humor, Fosforito, Historias de Racamandaca y Dulce Veneno Moreno, entre otras.

Traducidas a varios idiomas y ganadoras de varios premios literarios, las obras de Sánchez Juliao son un esbozo de la cultura popular de la costa norte colombiana con un enfoque particular en la región cordobesa.[1] David Sánchez Juliao fue el primer escritor en el mundo en grabar un audiolibro en 1975 en un Casete en el cual grabo por un lado Porqué me llevas al hospital en canoa, papá? y por el otro El Flecha ganando varios premios tales como Disco de Oro y el Disco de Platino popularizaron el formato. [2]

Obras publicadas
Por qué me llevas al hospital en canoa, papá? (1973)
Historias de Racamandaca (1974)
El arca de Noé (1976)
Cachaco, palomo y gato (1977)
El Flecha
Pero sigo siendo el rey (1983)
Mi sangre aunque plebeya (1986)
Buenos días, América (1988)
El país más hermoso del mundo
Dulce Veneno Moreno
Fosforito
la cucarachita Martínez
El Flecha II
En Chimá nace un Santo
[editar] Véase también
Literatura de Colombia
Lista de escritores de Córdoba (Colombia)

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lunes, 2 de agosto de 2010

Zenúes: su aporte al desarrollo de Maicao

Maicao es tierra de gente que ha llegado de todas partes del país y de varios rincones del mundo con tres propósitos fundamentales: trabajar, vivir y construir. Así arribaron los árabes, algunos españoles, un reducido grupo de italianos, una minúscula colonia china y colombianos de Antioquia, los santanderes, Buenaventura, Chocó, el Magdalena grande y la Sabana de Bolívar.

Una de las colonias más numerosas y organizadas está constituida por los indígenas zenúes quienes vieron a la tierra de la frontera como un lugar desde donde se les facilitaría viajar a Venezuela en búsqueda de mejores oportunidades laborales y económicas. A una buena parte de ellos el viaje se les terminó en Maicao porque descubrieron que en esta tierra acogedora podían establecerse, conseguir algún trabajo y permanecer en la propia patria, lo que aumentaba las posibilidades de regresar alguna vez a los campos hermosos y amplios de donde habían salido.

En el año 2.000, cuando ya se constituyó el primer cabildo local, fueron censadas más de trescientas familias, cuyos jefes están dedicados a labores propias de la economía informal: ventas estacionarias, remontadoras de calzado, artesanías, pequeños negocios familiares y, una amplia mayoría, a la venta de café en los barrios y zona del comercio. El número ha crecido cada año y hoy se encuentran establecidas y contadas más de cuatrocientas ochenta familias, todas ellas inscritas en su tradicional organización y regidas por la autoridad colectiva representada, entre otros, por el capitán y el alguacil.

La colonia se ha ganado el respeto de la sociedad por varias razones entre las cuales podemos mencionar las siguientes:

1. Por su condición de personas trabajadoras. Para un zenú las palabras pereza, desempleo, inactividad. Todos encuentran algo qué hacer, todos se encuentran ocupados, todos están dedicados a producir y así tienen siempre algo que llevar a casa para el sustento de la familia. No los asustan ni las crisis, ni los días lluviosos, ni el calor, ni la mala situación. Cada día lo consideran como una oportunidad para laborar y sostener a sus numerosas familias. Para un vendedor de tinto, por ejemplo, el día puede comenzar a las cuatro de la mañana y terminar doce o dieciséis horas después

2. Por su carácter pacífico. A pesar de que arribaron a la zona más violenta de la región se han mantenido al margen de enfrentamientos y actividades que impliquen riesgo para sus vidas o sus familias.

3. Su honradez y seriedad. Un zenú depende de su trabajo o de la ayuda de los suyos pero no de de la picardía, la trampa y lo ilícito. Cuando uno de ellos dice Sí hay que creerle y también cuando dice no. Para ellos blanco es blanco y negro es negro. Por ello se han ganado la credibilidad y la confianza de las personas con quienes interactúan.

4. Son respetuosos. Lo son tanto que equivocadamente podría tomárseles por sumisos. En sus relaciones con vecinos, clientes y amigos tienen un trato decente, en el que la ofensa al otro está totalmente excluida.

5. Una solidaridad a toda prueba. Quienes llegaron primero ayudaron los que arribaron después y así sucesivamente. Las dificultades de un zenú son motivo para que haya una movilización inmediata de amigos y familiares para ayudarlo a encontrar la solución y si la solución es desprenderse de algo para ayudar al menesteroso, lo hacen sin pensarlo dos veces.

Hoy no puede concebirse a Maicao sin los zenúes hijos buenos y nobles del Maicao multicultural que palpita y crece día a día.

Alejandro Rutto Martínez es un prestigioso periodista y escritor colombiano, vinculado como docente a varias universidades colombianas. Es autor de cuatro libros y coautor de otros tres en los que se aborda el tema del liderazgo, la ética y el Desarrollo Humano. Con frecuencia es invitado como conferencista a congresos, foros y otros eventos académicos. Póngase en contacto con él a través del corrreo alejandrorutto@gmail.com o llámelo al celular 300 8055526. Visite su página http://www.maicaoaldia.blogspot.com/

sábado, 5 de abril de 2008

Los tinteros de Maicao: empresarios de la tradición


Por: Alejandro Rutto Martínez

Sabemos que el mejor café del mundo es el café colombiano. Pero la bebida es mejor cuando en lugar de tomarla, la conversamos, con los amigos y con la familia. Y es mejor aún cuando no hay que aguantarse las ganas sino cuando lo conseguimos a cualquier hora, como podemos hacerlo en Maicao. Por eso podemos afirmar que definitivamente Maicao no sería el mismo sin sus vendedores de tinto.

Se trata de un negocio bien particular en el que toda la familia debe participar. La señora se levanta bien temprano y prepara el café, casi siempre instantáneo. Su esposo, mientras tanto, lava los termos y dispone lo necesario en el “carrito” o en la bandeja pegada a su cuerpo en donde irán bien ordenadas Las galletas y los dulces. A las 4 de la mañana están sirviendo los primeros vasos y vaciarán y llenarán los termos hasta bien entrada la noche.

Gracias a ellos en esta ciudad es posible consumir café negro de buena calidad a cualquier hora del día o de la noche a un precio bien económico $100. Quien lo desea puede obtener un tinto doble por $200.

El negocio ha sido la fuente de empleo de numerosas familias, la mayoría de ellas pertenecientes a la etnia zenú. Un número importante de procede de Tuchín, departamento de Córdoba, razón por la cual todos reciben el apodo de “tuchineros”.

Se calcula que en este momento circulan por Maicao unos trescientos vendedores. En otros tiempos eran más pero algunos han optado por otras actividades o emigraron de la ciudad.
.Los habitantes de Maicao tienen varias costumbres mañaneras: tomar tinto, recoger y quemar la basura, esperar el carrotanque de agua para aprovisionarse del líquido vital y oír radio.

Los periodistas de “Olímpica Estéreo” comienzan el noticiero diciendo “Es un placer compartir el primer tinto del día con ustedes…” Los maicaeros a esa hora (5:30 de la mañana) están bajando la olla del fogón. Otros están comprando la bebida a alguno de los tuchineros que circulan por el barrio. Y los mismos periodistas están deleitándose con su propio café, el que les lleva Abel Antonio Pérez hasta el cuarto piso de la “Torre de la Macuira”, edificio en donde está ubicada la emisora. Abel Antonio se encuentra en Maicao desde hace seis años.
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Desde las cuatro de la mañana sale de su casa y cuando llega al centro ha vaciado tres de sus seis termos. A las 5:30 va a la emisora y a las 7 de la mañana regresa a casa para reaprovisionarse. En cada viaje sirve unos 80 tintos y al final de la jornada tiene entre quince mil y veinte mil pesos para atender las necesidades de su pequeña familia integrada además por un pequeño nacido en esta ciudad de la frontera.

Miguel Pérez, otro de los vendedores, nació en barranquilla, lo cual de por sí es atípico en un gremio en que es casi obligatorio presentar carta de nacimiento en alguna localidad de córdoba o Sucre. Pero ha sido aceptado y se hace querer con su carro bien surtido, que es, por sus dimensiones y variedad de artículos, una pequeña tienda rodante. Como valor agregado de su negocio ofrece sus poemas alusivos al café las galletas y los dulces.

¿Jacinto, vas a tomarte un tinto?
Oye José, ven a tomarte un café
Si verdaderamente no quieres sentarte en esa silla
Tómate una manzanilla

Al ver esa morena mover esa cadera
Tómate una canela Para que beba también tu abuela

Llevo galleta “la explosión”, la que te da tanta emoción
También si el corazón te late te tengo un buen chocolate
Para que aproveches bebe café con leche

Oye si quieres ser feliz, cómprate un “mist”

Agua fría, para María
También el señor Elías, el que vende todos los días

Aproveche el café con leche
Para que aquel que va para Campeche, se aproveche

Tengo la rosquita, para que coma tu abuelita
Con esos tus deditos, puedes comprar “Detodito”

El joven que viste a la moda
No tiene ni para comprar una galleta de soda

¿Qué tal si el corazón te late
Y te tomas un buen chocolate?

A lo lejos va el tintero cumpliendo su labor. El sol se oculta en el horizonte y la noche toma su lugar. Mañana, cuando escuche en la radio la frase del periodista diciendo “Gracias por compartir con nosotros el primer tinto del día”, pensaré en Miguel Pérez con sus versos o sus refranes, como él prefiere llamarlos. Y también imaginaré a Abel Antonio, subiendo al cuarto piso de la Torre de la Macuira, con su andar lento y su voz discreta. Y sus termos llenos de café colombiano. El mejor café del mundo.

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