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sábado, 11 de diciembre de 2010

Quien me amó primero


Por Paola Johana Martínez Ortíz

Maicao, 06 de mayo de 2.008

¡Hola Javi!, la verdad pensé mucho antes de escribirte, pero créeme que es necesario que lo haga, están pasando muchas cosas en mi vida y es importante que lo sepas, además eres consciente que entre nosotros las circunstancias no son las mejores pero seré breve en esta carta. Sé que tienes un sentimiento hacía mí, que al paso del tiempo ha ido tomando fuerza, pero no la necesaria para ser la causa de tus determinaciones. Haz tratado de querer a mi hijo, has tratado de mostrarme que tus intenciones son las "mejores", pero...... ¿sabes algo?, he podido sentir tu miedo al compromiso, he podido sentir tu molestia cuando no puedo actuar como una mujer soltera “sin hijos”, ¿y sabes que te entiendo?, debe resultarte un tanto incómodo cuando quieres verme por la noche y yo no puedo porque tengo que hacer tareas con mi hijo; y si es de salir tengo que regresar temprano a casa porque tengo mis obligaciones. Pero hoy decidí regalarte paz, no quiero atarte, al contrario hoy al igual que yo puedes conocer a alguien más.... ¡sí!, ¡te confieso que hay alguien más! y perdóname que no te lo haya contado, pero pensé que no sería tan importante para ti. Conocí a alguien aquel día que me dejaste esperando en el parque para salir con el niño, fue tan especial ¡sabes!, que hasta pude olvidar el mal rato de tu ausencia, tan único ese momento, que no tuve control del tiempo, y mientras el niño jugaba yo me perdía en las dulces palabras de aquel hombre. Tan raro fue que alguien me diera toda su atención sin pedir algo a cambio, tan raro como poder lamentar porque no haberlo conocido antes...... Perdóname Javí, pero encontré a alguien que me amó primero que tu y también a mi hijo.... encontré a alguien que en lugar de tratar de alejarme de mi hijo lo instruye y le dedica tiempo... encontré un mejor padre para él, y es justo lo que necesito para mi vida, por todo esto hoy te digo ¡adiós!. Te recordaré siempre, Maggy. El anterior escrito es una comunicación enviada por una mujer a su prometido. Maggy una mujer que en su condición de madre soltera como muchas de nosotras, se había envuelto en las circunstancias limitadas que en ocasiones nos ofrece la sociedad; ella de su reducida lista de admiradores había escogido a Javier, un muchacho joven que a diferencia de otros le había demostrado un poco más de compromiso hacia ella y su pequeño hijo Michael de 8 años. Javier mostraba al parecer buenas intenciones... pero como lo podemos deducir del mismo escrito, sus actos no pasaban más que de eso INTENCIONES, Maggy esperaba algo concreto, pues me imagino que como toda madre soltera, ella no podía darse el lujo de estar experimentando, ella necesitaba algo definitivo porque su condición se lo exigía.... y algo más que definitivo... algo seguro. Como se habrán podido dar cuenta, Maggy en su incierta situación, tuvo la oportunidad de conocer a alguien más, conoció a un hombre que le cambió la vida.... y tomo entonces la decisión de terminar su relación con Javier, y comenzar una vida con este nuevo hombre y su pequeño hijo. Sé que muchos dirán ¿y que tiene esto de maravilloso?, ! ella estaba en todo su derecho de buscar lo que más le convenía¡ sí es cierto... ,esto si creemos que el hombre que conoció Maggy fue un hombre de carne y hueso.. Jeje... en la historia no lo dice, no dice como era, ni que le dijo; pero lo que si queda claro en aquella carta es que aquel hombre le cambió la vida con sus palabras dulces, y que hizo algo por ella que ningún hombre había hecho... No sé si a estas instancias han podido descubrir la identidad de este hombre incognito, pero yo les daré una pequeña ayuda.... No temas, pues no serás confundida; no te avergüences, porque no serás afrentada, sino que te olvidarás de la vergüenza de tu juventud y de la afrenta de tu viudez no tendrás más memoria. Porque tu marido es tu Hacedor. Él es tu Redentor, el Santo de Israel, el que será llamado “Dios de toda la tierra”. Porque como a una mujer abandonada y triste de espíritu te llamó El Señor, como a la esposa de la juventud que es repudiada, dice el Dios tuyo. Isaías 54:4-6 ¿Queda alguna duda de quién era aquel hombre?, no lo creo…es más estoy segura que después de leer esto muchas mujeres sean solteras, casadas, viudas, con hijos o sin ellos querrán conocer a este maravilloso hombre. A mí también me cambió la vida, Maggy sólo representa un momento de mi vida que quise compartir con ustedes, cambié mi nombre no por esconder mi identidad, lo cambié porque hoy soy una nueva criatura y Dios me ha puesto un nombre nuevo, el que hoy llevo con orgullo y con la frente en alto.. Porque es mi hacedor el que me hace caminar cada día sobre nuevas alturas. Soy una mujer nueva que ya no se deja confundir por lo que pueda decir el mundo, si antes llegué a pensar que tenía menos oportunidades por ser madre soltera, hoy pienso totalmente lo contrario; es más valiente quien se enfrenta al mundo por un hijo sea cual sean las circunstancias, que aquella mujer que por temor al rechazo de la sociedad decide quitarle la oportunidad de crecer a alguien que no sabe quién puede representar mañana más tarde. La historia nos da unos ejemplos muy valiosos de grandes líderes que han salido de mujeres esforzadas y valientes que han criado a sus hijos “solas”; como Franklin Roosevelt y el mismo George Washington quien perdió a su padre a los 11 años, sin embargo esa situación no fue obstáculo para que ellos se convirtieran en lo que representaron para la historia. Puede una mujer que ha quedado viuda, divorciada o que por diferentes circunstancias de la vida ha tenido que levantar hijos sola, formar en ellos personas de proyección y trascendencia?, o ¿Puede una mujer en las circunstancias anteriormente planteadas hacer nuevamente su vida y encontrar alguien que no las estime menos por su pasado?... yo estoy segura que si podría, y no es porque pueda tener un golpe de suerte como suelen decir, es porque cuando una mujer reconoce y entiende el valor que tiene, es cuando todos la van a ver diferente, es como aquel dicho popular que dice ¿si yo no me quiero quien me va a querer?... pero es mejor decir “si Dios me ama nada más me tiene que importar”… , porque hay alguien que es nuestro padre celestial que llena cualquier vacio que podemos tener en nuestra vida. Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Su valor sobrepasa largamente al de las piedras preciosas…. ¡esa eres tú mujer! Bendiciones, Paola Johana Martínez Ortiz

viernes, 28 de mayo de 2010

Las huellas del Alfarero



Por: Paola Johana Martínez Ortíz

Recuerdo haber leído y escuchado en varias ocasiones a cerca de la parábola de la vasija en las manos del alfarero, una historia muy representativa de la vida de los que llegamos a los pies del señor. Aquella vasija se echó a perder y el alfarero construyó otra, fue muy paciente aunque la vasija se quejaba del doloroso procedimiento; él le hizo entender que era necesario porque luego de todo eso sería una vasija mejor.

Hoy quiero que por un momento dejemos de ser las vasijas y tomemos el lugar del alfarero, ¡sí del alfarero!; que imaginemos que nuestras manos pueden darle forma al barro mojado hasta obtener un resultado. A menudo ejecutamos el papel del alfarero, en el sentido de dejar huellas por donde quiera pasamos, huellas que influyen de alguna manera en la vida de las demás personas.

Encontramos en nuestro paso por la vida diferentes vasijas, unas a término medio a las que ayudaremos a formar completamente; otras casi terminadas que solo necesitaremos pulirlas, pero en determinado momento encontraremos un poco de barro mojado para darle forma; un ejemplo más preciso de ese tipo de barro son nuestros hijos, a los cuales tenemos que formar hasta hacer de ellos una vasija útil.

Nuestros hijos, al igual que todo lo que poseemos en la tierra le pertenecen a Dios, él nos confía su cuidado; lo que quiere decir que de la misma manera que administramos los bienes que Dios nos entrega, así mismo administramos la vida de nuestros hijos, y por ellos tendremos que rendir cuentas algún día.

Ese barro nos ha sido entregado justo para darle la forma que deseamos, pero recordemos que no es a nuestro parecer, aunque Dios nos confía y nos da potestad sobre ellos, no es a nuestra manera que podremos formar a nuestros hijos, sino según los principios que Dios establece. De pronto esta responsabilidad a la manera de Dios se nos hace muy difícil y rígida, pero resulta la manera correcta y más segura para hacer de nuestros hijos hombres y mujeres de bien, esto es; hombres y mujeres nacidos y formados bajo los principios de Dios, y cuando digo que es la manera más segura; me refiero a que un niño al que se le enseñan los fundamentos cristianos, es un niño que llega a conocer el temor de Dios; y consecuentemente será alguien que difícilmente se dejará llevar por las banalidades que les ofrece el mundo, las que sólo conllevan a caminos de destrucción.

Un niño que conoce a Dios, entiende principios como por ejemplo: que el hombre está hecho para una sola mujer, que los vicios de cualquier índole desagradan a Dios y destruyen al hombre; que Dios establece que honremos a nuestros padres, en fin; todos los principios preestablecidos por Dios, como lo mencionaba, esto puede sonar un poco rígido y a lo mejor para algunos anticuado; pero lo que sí les puedo asegurar es que una persona que se desarrolla y conoce estos principios, será una persona confiable para sus padres y por lo tanto confiable para la sociedad; y será poco probable que cause dificultades en su crianza.

Hoy tenemos la necesidad de examinarnos, sería sano hacer un análisis a cerca de la forma que le estamos dando al barro que nos ha sido confiado, ¿Qué clase de vasija estamos creando?. Tengamos en cuenta que nuestros hijos son ese barro mojado en el que dejamos plasmadas nuestras huellas, y precisamente de aquellas estampas que dejemos en ellos dependerá lo que serán el día del mañana.

¡Es un aviso para ti Alfarero!, ¿qué forma le estás dando a la vasija?, cuida de que no sea frágil y quebradiza; procura que sea tan bien diseñada que mañana te pueda servir para verterte en ella, permite que sean huellas de amor que dejes en ellos y no cicatrices.


2 de Corintios 12:14 Ahora, por tercera vez estoy preparado para ir a vosotros; y no os seré una carga, porque no busco lo vuestro, sino a vosotros, pues no deben atesorar los hijos para los padres, sino los padres para los hijos.



Bendiciones,

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