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miércoles, 19 de mayo de 2021

A los maestros del mundo

 Escrito por: Alejandro Rutto Martínez


La educación es el medio para producir las grandes transformaciones de una sociedad que se contonea entre la orilla de las vanidades y el puerto de la esperanza en un movimiento pendular en el que se escucha el eco de las voces que claman por el cambio social que solo se puede producir desde las aulas de la escuela o desde cualquier tribuna del aprendizaje.

Es el maestro quien actúa desde la trinchera de los saberes, para que fluyan ríos de conocimiento que sacudan las columnas imperturbables de la ignorancia y podamos avanzar hacia un tiempo en que los sueños estén al alcance de la mano y, quienes antes sólo podían aspirar recoger racimos de soledades, disfruten también de las bendiciones de la sociedad moderna.

Gracias, maestros, porque ustedes enhebran los hilos dispersos de la verdad para llevar la alegría de la enseñanzas a los barrios y las veredas en donde sus voces llenas de fe se fusionan con el chasquido de las aguas del río o con el sonido de las traviesas olas de un mar undívago.

Sus pasos van derecho hacia la cumbre en donde la generosa luz solar copula con la tierra fértil de la sabiduría para producir hilachas fosforescentes de conocimientos que serán entregados a los niños y niñas, a los jóvenes de todo el mundo para que el mundo sea un poco más bonito, pintado con las acuarelas de equidad, pincelados por los colores de la fraternidad y en donde todos podamos tomarnos de la mano para convencernos de que nadie es superior a otro y que el único toque de distinción que es acceder  al podio  de la bondad y la generosidad.

Andad, maestros de Colombia y del mundo, transitad por las veredas del universo, guíate por los sedosos hilos del silencio y sigue adelante en la búsqueda del sueño de todos. En medio del susurro de los árboles y el canto de los turpiales recorre sin temores los verdes campos y las tumultuosas ciudades portando la lámpara que lo ilumina todo, desde la inmensa llanura abandonada a su soliloquio perenne, hasta los amplios valles en los que crecen claveles y rosas o en el desierto en donde florecen los cactus y brotan las iguarayas.

Adelante maestros del mundo, el viento puede estar en contra, pero es así como ascienden los ideales, no te detengas por la llama de tu vela parece agotarse, tienes la clarividencia de quien sabe cuál es su destino y algún relámpago errabundo el cielo oscurecido iluminará tu camino para que puedas mirar con clarividencia que pronto llegarás a los solares despejados en donde gotas de agua fresca reavivarán la primavera y encontrarás variadas  flores ermitañas que te saludarán con sus corolas dispuestas en fiel armonía con los colores del crepúsculo.

Los cielos y la tierra te miran y te protegen. Eres un escogido de Dios para que abriga tu palabra y le imprime poder para que seas partícipe de la profecía de un mundo nuevo y mejor.

Adelante maestros del saber y del hacer no te quedes inmóvil ante el llamado del cielo. Tu patria es un acorde de guitarra, una hoja peregrina un sendero iluminado. Eres la completa virtud de los pueblos, desde el interludio de las auroras alegres hasta el anuncio vespertino de alegres colibríes.

miércoles, 25 de marzo de 2009

Elecciones universitarias: un sistema perverso, impopular y desacreditado

Napoleón Bonaparte: "Bien analizada, la libertad política es una fábula imaginada por los gobiernos para adormecer a sus gobernados".
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Por: Alejandro Rutto Martínez


Imagínese el lector esta situación curiosa y extraña. Usted vive en un país en donde todo puede ocurrir pero cada vez ocurren hechos que lo sorprenden más y más. Pero no solo lo sorprenden porque todo lo que ocurre va en contravía de la lógica, el sentido común y las normas, sino que en más de una ocasión ha sentido fastidio, molestia, rechazo, impotencia y desconfianza.

Fastidio por lo repetitivo de las injusticias; molestia porque nadie hace nada para cambiar lo queda todas luces está mal; rechazo porque la tolerancia frente a lo que está mal se ha agotado; impotencia porque debemos ser burlados una y otra vez sin poder reaccionar y desconfianza hacia todas las instituciones aún hacia las legalmente constituidas.

Pero volvamos a imaginar. Imagínese que hay unas elecciones pero usted siente que no debe participar porque recuerda que todos los candidatos prometen y prometen y nunca cumples. Pero la campaña se pone interesante, usted ve carteles por todas partes, escucha las voces de los candidatos por la radio, los ve por televisión y observa los afiches en distintos lugares. Al fin accede ir a una reunión y más adelante uno de los candidatos lo visita y usted decide darle una nueva oportunidad a la democracia y a su resquebrajada confianza.

Entonces usted toma interés, y después de leer el programa de todos los candidatos, escoge a uno de ellos, se suma a su campaña y lo apoya con lealtad incondicional y convicción a toda prueba. Va con él a visitar potenciales electores, le ayuda a preparar sus discursos, le ayuda a recaudar fondos, tiene una que otra discusión con activistas de otras campañas y asiste con entusiasmo a los debates en que los candidatos exponen sus ideas y controvierten las de los demás. Su candidato suma cada vez más puntos y así se refleja en las encuestas más serias.

Si todo sale como se espera, será el ganador indiscutible de la contienda.

Al final llega el gran día y usted sale a votar temprano y cumple con las obligaciones que la campaña le ha encomendado: transporte, apuntar datos, vigilancia en las mesas, en fin.

El ambiente es bueno y, al término del conteo, se confirman las tendencias: su candidato gana de manera amplia y categórica. Usted festeja moderadamente pero no puede ocultar su alegría. Se abraza con su mejor amigo y le dice ¡Ganamos, yo sabía que íbamos a ganar!

Pero su amigo, con una alegría moderada y un realismo a flor de piel le dice: ¡Todavía no!
Y luego le explica algo que a usted le parece terrible. Ganar las elecciones es que han concluido no sirve de mucho, porque se trata de elegir al rector de la Universidad y en estas instituciones el sistema es distinto y único: los electores escogen una terna y de ella el consejo superior puede escoger al que desee en su real saber y entender.

Unos días después los nueve miembros del Consejo Superior se reúnen a puerta cerrada, de espaldas a todo el mundo y escogen un candidato distinto al ganador, pero que, fortuna la suya, también se encontraba en la terna.

Usted rompe el último afiche que tenía, le regala las camisetas al reciclador del barrio y jura no creer nunca más en las elecciones ni en nada que se le parezca.

Lo anterior no es un cuento ni es ficción. Es el impopular y desprestigiado sistema de designación de rector en algunas universidades colombianas, entre ellas la Universidad de La Guajira. Y pensar que hay quien defiende este procedimiento perverso.

Lo defienden porque es una forma de acceder a los cargos aún en contra del querer de las masas. Pobrecitos, porque cuando comienzan a gobernar la gente tiene mil maneras de decirles que no los quiere. Y son como un tirano aislado a quien le sirven por temor y rechazan por convicción.


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Personas que han leído este artículo desde el 25 de marzo a las 7:12 de la noche hora colombiana:




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