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lunes, 6 de julio de 2009

Maicao: altos y bajos de su historia

Por: Alejandro Rutto Martínez
En los años ochenta, por aquellos días tan difíciles en que el bolívar venezolano sufrió el mayor descalabro de su historia, hubo una extremada preocupación sobre la suerte futura de aquella que por diez años consecutivos había sido probablemente la ciudad más próspera de la Costa Caribe colombiana.

En efecto, el bajonazo de la moneda venezolana significó la retirada inmediata de la mayor parte de los compradores de un comercio cuya bonanza irrigaba a todos los hogares de la ciudad y se mani9festaba en buena parte de los hogares de los departamentos costeños.
La ausencia de compradores significó una baja ostensible y abrupta en las ventas y el consecuente cierre de establecimientos comerciales, despido de personal y una melancolía que presente en cada rincón del pueblo. La situación se agravaba por que el bolívar, cuya primera baja lo llevó de una cotización de $16.50 a $6.0, seguía bajando y el tobogán de su devaluación lo llevaba sucesivamente a $5, $4, $3…

No se había repuesto bien Maicao de ese duro golpe cuando el gobierno colombiano también comenzó a tomar medidas de restricción a la entrada de mercancías procedentes desde Maicao hacia otras ciudades colombianas.
El ministro de hacienda del presidente Virgilio Barco Vargas quien por ese entonces era César Gaviria Trujillo, comenzó a hablar con insistencia de la internacionalización de la economía y, por lo tanto, de una apertura del país al ingreso de mercaderías extranjeras. Gaviria Trujillo pasó del dicho al hecho cuando fue elegido presidente en 1.990 y entonces la situación de Maicao empeoró de manera dramática, pues dejó de ser uno de los puntos casi exclusivos por donde entraban las mercancías extranjeras, pasó a ser un proveedor más de los hogares y de los comercios minoristas de diversas ciudades.

Si antes, durante la crisis del bolívar, a Maicao se le había expedido anticipadamente la partida de defunción, ahora no había más remedio que darle cristiana sepultura. Y así lo veían los entendidos. El futuro de Maicao era verdaderamente oscuro y lo único que hacía ver una débil lucecita al final del interminable túnel, era la creación de la Zona de Régimen Aduanero Especial de Maicao, Uribia y Manaure, creada en la década de los años noventa.

El desbarajuste del comercio fue total y las crisis fueron recurrentes. El bolívar bajó a niveles impensables y los controles de las autoridades colombianas se hicieron cada vez más rigurosos. Sin embargo, cada vez que se le tomaba el pulso a la ciudad los observadores comprendían con sorpresa que el corazón del enfermo seguía palpitando y no daba señales de que se fuera a parar.

En conclusión, fue necesario romper el certificado mortuorio y cancelar las honras fúnebres porque Maicao no se murió y, a juzgar por la opinión de los maicaeros, no tenía muchas ganas de morirse en los próximos mil años por lo menos.

Hoy el corazón del ex enfermo late con más fuerza que nunca. Hay un hecho que le da vida a Maicao a pesar de la baja cotización del bolívar y de su precario comercio con otras ciudades del país: La economía de Maicao dejó de depender de los negocios con los visitantes y se fundamenta, principalmente, de los múlti8ples negocios que los maicaeros hacen entre ellos.

sábado, 9 de mayo de 2009

La Negra Hipólita: aliento de vida para Simón Bolívar

Benjamín Franklin: "Un camino de mil milla comienza con un paso"
Por: Alejandro Rutto Martínez



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web counter code Simón Bolívar, el gran líder de la independencia americana, debe su gloria a su genio, a su determinación, a su vigor físico, a su disposición mental, a sus profesores y...a la negra Hipólita, quien estuvo a su lado en los momentos de la tierna infancia y lo ayudó a crecer y formarse en la aventura grata pero exigente de la vida.

Cuando nació el pequeño Simón su progenitora se vio afectada por quebrantos de salud y debió buscar una persona que la ayudara en la crianza de su vástago. Siendo como era de una familia acomodada no le fue difícil conseguir a alguien que se encargara de esta tarea.

Primero fue llamada una amiga de la familia, Inés mancebo de Miyares. Pero luego fue llamada Hipólita. La Negra Hipólita. La gran Hipólita de quien el Libertador mostraría siempre un afecto sincero.

La Negra Hipólita nació esclava en el Estado Aragua en Venezuela, más exactamente en San José de Tiznados, en el hato El Totumo, propiedad de Juan Vicente Bolívar.

Su nombre de pila era Matea y llevaba el apellido de sus amos, los Bolívar tal como era la usanza de la época. Según la tradición llevó al futuro libertador en sus brazos hasta la pila bautismal y fue testigo de los sucesos de 1.814 en San mateo cuando el ejército libertador confrontaba con las tropas del coronel José Tomás Boves y fue testigo de excepción del acto heróico de Antonio Ricaurte cuando se inmoló prendiendo fuego al a la pólvora almacenada en una de las casas en donde se libraban los combates, para protagonizar el más singular gesto de sacrificio a favor de la causa libertadora.

La negra se casó con Mateo Bolívar, siervo también de la familia Bolívar, aunque de una hacienda diferente a aquella en que laboraba.

En 1.821, después de la batalla definitiva de Carabobo, Bolívar concedió la libertad a los esclavos que aún tenía y, entre ellos, estaba nadie menos que la negra Hipólita.

Los años pasaron y Bolívar siguió bañándose en gloria. Ganaba batallas, conquistaba pueblos, reunía ejército, liberaba naciones y recibía el merecido reconocimiento de sus contemporáneos. Puede decirse que el Libertador vivió intensamente la vida y sacó fuerzas de su temple pero también de la leche y el cariño que le brindara Hipólita en los años en que apenas sus ojos se abrían para contemplar la luz del mundo.

El 10 de julio de 1.825, en un momento de reposo en medio de sus agitados días, Bolívar hace una pausa y se sienta para escribirle una bella carta a su hermana. En ella reserva varias líneas de gratitud para la persona a la que tanto debía: "Te mando una carta de mi madre Hipólita le des todo lo que ella quiere; para que hagas por ella como si fuera tu madre, su leche ha alimentado mi vida y no he conocido otro padre que ella"

Bolívar amaba a su aya y la consideraba madre y padre a la vez. Definitivamente Hipólita, con su cariño sincero, su afecto permanente y su abnegación a toda prueba, conquistó un lugar importante en la historia de nuestros pueblos.

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jueves, 27 de diciembre de 2007

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Estamos construyendo con mucho esfuerzo este sitio periodístico y cultural para promocionar a la bellísima ciudad de Maicao. Esperamos tus comentarios y, por supuesto, tu colaboración. En la foto puedes apreciar la plaza Simón Bolívar, el sitio en que comenzó a crecer Maicao y en el que se han vivido grandes acontecimientos de su historia.

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